olvidarle,
olvidarme,
olvidarnos.
Arrancar de mi pelo
sus promesas incumplidas,
desdibujar de mi espalda
sus iniciales caricias.
Hacer jirones de mi piel
con los que tejer un cesto
en el que he de de meter
sus insidiosas palabras,
sus lacerantes agravios
sus hirientes ironías,
sus dolorosos sarcasmos.
Extraer los labios de mi boca
para así deshacerme
de sus primeros besos,
besos que fueron mentira,
besos que fueron engaño.
Cortar uno a uno
los dedos de mis manos,
esos que un día le rozaron
avergonzados por el amor
que le tenían.
Extirpar mis ojos,
que un día le miraron
que un día le miraron
extasiados, con la fe
de quien observa enamorado.
Quemar mi sexo
ese que húmedo le aguardaba
para que permanezca,
ya para siempre, agostado.
Y,
por último,
introducir en un sobre
una carta
en la que previamente he escrito.
"Te deseo todo el mal de este mundo".
Pintura "La imagen desaparece" de Salvador Dalí
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