El odio alimenta
un asqueroso insecto
que crece dentro de mí,
en mi caja torácica,
aplastando mis pulmones.
Tiene sus ojos,
esos de aquel que me grita,
me insulta, me humilla.
Hay veces que
el insecto,
despliega sus alas y
me impide respirar.
Suelta por su boca,
algo similar a la bilis que
envenena lentamente mi cuerpo.
No sé como luchar contra él.
Crece en proporción al odio
de ese que me detesta,
pero también al odio
que yo le profeso.
Pero él no tiene ningún insecto asqueroso
en su interior.
Él es más fuerte.
Sabe cómo hacerme daño,
alimentando así a mi monstruo interno.
Creo que ha llegado
el momento de acabar con ambos,
con él
y
con mi insecto interior.
Voy a aprender de su maldad,
de su capacidad de odiar.
Soy buena aprendiz pues
he tenido un buen maestro.
Hoy he logrado aniquilar
al insecto que residía
junto a mis pulmones
pero, antes, le extraído
varios huevos que he depositado
en el cerebro de aquel que me detesta.
Solo deseo que, cuando crezca y
despliegue las alas
le lleve a la locura,
a la locura del odio irracional,
ese del que se alimenta.
Fotografía artística "Cocoon" by Catrin Weilz-Stein
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