no hay marcha atrás.
Aunque
me duelan las manos
de nostalgia
y
mis ojos se ahoguen
en tus lágrimas,
debo irme.
Si yo me quedase,
nos amaríamos tanto,
que ambos nos conformaríamos,
tan solo,
tan solo,
con ser la sombra
de la sombra del otro.
Anhelaríamos
el tiempo no vivido juntos
y
odiaríamos
el recuerdo de otra piel
en nuestros cuerpos.
Si no me marchase,
nuestros cuerpos quebrarían,
pues
es tanto el deseo
que deshabitarnos no podríamos
y
y
nuestras bocas,
ya saciadas,
anhelarían más besos.
Pese a que tu ausencia
fracture mis piernas
y
mi vientre
fracture mis piernas
y
mi vientre
olvide para siempre
su capacidad de cobijo,
si yo me quedase,
ambos,
tu y yo,
dejaríamos de vivir
porque
un amor como el nuestro
no es de nadie,
ni tan siquiera tuyo,
ni tan siquiera mío,
simplemente,
de nadie.
Fotografía de Noell Oszvald.
su capacidad de cobijo,
si yo me quedase,
ambos,
tu y yo,
dejaríamos de vivir
porque
un amor como el nuestro
no es de nadie,
ni tan siquiera tuyo,
ni tan siquiera mío,
simplemente,
de nadie.
Fotografía de Noell Oszvald.
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