"¿No has pensado alguna vez si soy demasiado mayor para ti?".
"¿Demasiado mayor?, no, ¿por qué?", repliqué.
"¿No temes que llegue el día en el que me falten las fuerzas?", contestaste preocupado.
"¿Que te falten las fuerzas para susurrándome al oído hermosas palabras de amor o
para cobijarme en tu cuerpo, mientras acaricias mi cuello como solo tú sabes hacerlo?.
¿Que te falten las fuerzas para continuar bailando desnudos nuestra canción o
para despertarme, como ahora haces cada mañana, con un beso en la nuca?.
¿Que te falten las fuerzas para gozar cada vez que mi mano se esconde en alguno de tus rincones o
para vibrar de placer cuando visto tu espalda con mi pelo?".
"Sabes, amor, a qué me refiero".
"Y tú sabes, ahora, a qué me refiero yo".
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