Para quererme debería estar satisfecha de mí misma, de mis logros, de mi vida, de mi rostro, de mi cuerpo, de mis manos. Tendría que tener la satisfacción de haber hecho algo bien, por nimio que eso sea, pero no es así
Sin embargo, odiarme es mucho más fácil. Ya me es familiar el vacío que día a día asola mi interior, o la presurosa velocidad del tiempo alejándome de mi infancia. Solamente, con echar un vistazo a mi pasado ya tengo motivos suficientes para odiarme.
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