Te juro que lo intento, pero no puedo.
Cuando por la mañana despierto, pienso,
otro día más de camino ¿a dónde?.
No soy cobarde, tú me conoces,
pero la incertidumbre me ahoga,
la levedad del tiempo me asusta,
tu desapego me inquieta.
Ya no tengo cabida para sueños.
La realidad me ha enseñado que son
espejismos de almas esperanzadas y, la mía,
hace tiempo que la habita la soledad más desesperanzada.
Me gustaría ser feliz.
Te juro que lo intento, pero no puedo.
Debería cortar mi cabeza para no pensar,
tal vez así, no pensando, alcance el limbo de la felicidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario