por unos instantes, ser un hombre.
Amar con distancia, sin implicación,
ni obligación de ningún tipo.
Teniendo muy claras mis prioridades y
los ideales a los que no voy a renunciar.
Hay veces que me gustaría,
por unos instantes, ser un hombre.
Quisiera sentir en la cama como ellos sienten,
una eclosión de gozo fìsico, como un estallido de fuegos artificiales,
Ser maestro de ceremonias, director y
escenógrafo de las sensaciones del otro.
Hay veces que me gustaría,
por unos instantes, ser un hombre.
Delegar en otro el proceso de la procreación,
sintiéndome como un mero espectador de un fenómeno de la naturaleza.
La maternidad no es para ellos, les desborda y
asusta, al igual que a nosotras, pero sin remordimientos,
Hay veces que me gustaría,
por unos instantes, ser un hombre.
Priorizar mi trabajo, mis proyectos, mis sueños por encima de todo.
Conseguir ser egoísta, pasando por responsable.
Romper los muros que me ahogan y, por un momento,
gozar de su entera libertad, en pos de su realización como persona.
Hay veces que me gustaría,
por unos instantes, ser un hombre.
Carecer de instintos como el de protección, salvo a sí mismo.
Ser dueño de mi vida sin las trampas sentimentales que ésta pone en el camino.
Pensar únicamente en mí, en mis sueños, en mi descanso, obviando a aquellos que me estorban.
Hay veces que me gustaría,
por unos instantes, ser un hombre.
Ellos desconocen la magia de verse habitada por un ser que crece en tu interior.
Nunca gozarán del placer inmenso del nacimiento de un hijo, aunque,
¿no prefiría yo tener que ir a cazar mientras que fuese el hombre quien se quedase en la cueva al cuidado de la prole?.
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