Abro los ojos y miro tu cuerpo,
aún dormido, dándome la espalda.
Tu tranquilo respirar me sosiega,
el calor que transmites me resguarda,
la visión de ti me tranquiliza.
Faltan muy pocos minútos
para que suene el despertador.
No deseo despertarte.
Me acurruco,
acoplándome a tus oquedades y
cierro los ojos.
Pronto serán las siete de la mañana,
sonará el despertador y
nos encontrará abrazados.
Esta mañana, el desayuno se ha demorado.
La batalla del tiempo la ha ganado
nuestro despertar cuerpo a cuerpo.
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