de tu autoestima y tu desidia
de tu egoismo y tu pereza.
Estoy harta
de que me analices y compares
de que me juzgues y castigues.
Estoy rendida
de tus sueños de gloria y tus triunfos vanos
de tus aires de grandeza y tus fantasías.
Me agotan
tu mirada altiva y tu sonrisa esquiva
tus palabras vacías y tu paciencia rota.
No quiero más
ni tus besos, ni tus caricias
ni tus abrazos, ni tus sonrisas.
Deseo la libertad
para mi manos y mis dedos
para mis piernas y mis brazos.
Quiero expresar sin miedo
lo que siento y lo que pienso
lo que vivo y lo que sueño.
Arranco, por fin, el ancla
del sitio en el que habito
del hombre al que ya no quiero.
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