Introducirse en una bañera de agua muy caliente.
Relajar tu mente y congraciarte con tu cuerpo,
a través de caricias acuáticas.
Reconciliarte con tu piel y con tu pelo,
con pies y con tus piernas.
Y en la intimidad que ofece un baño en solitario
reconocer tus puntos de placer más álgidos.
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