por fin mi conciencia
ha ganado la batalla,
ha triunfado
sobre mi cuerpo
y éste,
herido de muerte,
se ha desmembrado.
Al menos,
me ha dejado
guardar las manos
que tantas caricias ofrecieron.
He podido doblar mi piel
y
conservar así
el perfume de aquellos que
sobre ella
se posaron.
He licuado mis lágrimas,
arrancado mis gemidos
y
extraído de mi memoria
las palabras de amor
que
un día pronuncié
y
con cuidado
todo lo he metido
en un pequeño frasco de cristal.
He cortado mis piernas
que tantos cuerpos rodearon,
he cercenado mis pechos
que a tantos niños amamantaron,
he pasado a cuchillo mis brazos
que tanto amaron y cobijaron.
Todo ello
está ahora guardado
en una maleta,
propiedad de mi conciencia.
Ella tiene su llave.
Los restos de mi cuerpo
se los entrego enteros a ella,
la pura,
la casta,
la recta.
Yo, prefiero ser libre,
aunque solo me quede
mi cabeza.
Photo by Gina Cortiella
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