tu voz.
No es necesario
que cierre
los ojos
para recordar
el olor de tu pelo
cada vez
que reposabas
tu cabeza
sobre mi vientre,
para que juguetease
con cada uno de tus rizos.
Tampoco he olvidado
las coreografías
improvisadas
de nuestras lenguas
o
la manera de pasear
tu mano sobre mi piel,
palmo a palmo
y
el ritmo acompasado
que acompañaba
cada visita
a mi cuerpo,
entrando siempre sin llamar
¡no era necesario!,
mis puertas estaban abiertas
para ti
y tú lo sabías,
por eso siempre sonreías
cuando buscabas
tu cobijo en mi sexo.
Aún no sé qué o quién
te ha llevado.
Tengo grabado tu último beso,
ese que siempre me dabas
al despertar.
Algo o alguien
quiso que pasase.
No te dio tiempo
ni tan siquiera a
levantarte.
Tus ojos estaban abiertos.
Yo los cerré.
Necesito escuchar
tu voz.
Es lo único que mi memoria
ha borrado.
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