y
no puedo.
No recuerdo las palabras.
He olvidado los verbos,
los sustantivos
los adjetivos,
los adverbios.
Crece mi angustia
por momentos.
La página en blanco
aparece como un monstruo
sin ojos, sin boca,
informe
pero con un terrible poder
sobre mí.
¿Qué ocurre?.
Creo que son otra vez ellos.
Esos que se apoderan de mi mente,
extendiendo sus dominios a mi garganta,
a mi pecho, a mi estómago.
Ahora entiendo
por qué muchos escritores beben,
fuman, consumen sustancias
alucinógenas.
Sólo así pueden acabar con ellos,
con esos pensamientos que se apoderan
poco a poco, pero implacables, de nuestro cerebro,
haciéndole suyo,
cegando nuestros ojos, secando nuestra boca,
saqueando las ideas, monopolizando los sentimientos,
dejándonos insensibles al amor, al dolor.
Únicamente hay una palabra que nunca olvido.
Es estéticamente hermosa y, al escucharla,
parece estar dotada de musicalidad.
Me gusta pronunciarla,
sentir como mis labios deben unirse
para que luego mi lengua toque el paladar,
terminando con aquella llamando a la puerta de mis dientes.
Jamás la he utilizado en un poema
pero
hoy
es la única que recuerdo.
Escribiré entonces una poesía,
con un único verso,
formado por una única palabra,
femenino, singular:
Absenta.
Photography "Distortion of a glass" by Andrè Kertèsz
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