Te odio tanto que duele,
pero
¡qué maravillosa sensación
es la que siento!.
Desconocía el mágico
placer del odio,
siempre aferrada a seguir
queriéndote.
Hay alguien nuevo
que habita en mí
y
me dicta terribles torturas
imaginarias.
¡Cuánta dicha siento
imaginándo
como te retuerces de dolor
cuando clavo agujas ardientes
bajo las uñas de los dedos
de tus manos,
esas que guardabas en tu bolsillo,
esas que no me acariciaban,
cuando arranco la lengua
de tu boca
esa con la que me humillabas,
cuando saco tus ojos
de sus cuencas,
esos con los que me menospreciabas!.
Y que nadie me diga
que el odio es la cara opuesta del amor.
Yo soy mucho más feliz odiándote
que lo que era amándote y,
ruego al diablo
porque a Dios no puedo,
que me permita seguir odiándote siempre,
al menos,
hasta que todos mis deseos se cumplan.
Fotografía Masao Yamamoto.
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