Por un lado, brazos y piernas, por otro, amor y hambre.
No entiendo la razón de este destrozo sin sentido aunque,
tal vez tengan que ver, mis deseos de olvidarte.
Se desperdigan por el suelo, sin orden ni concierto,
extremidades junto a sueños inalcanzables.
Mi cabeza rueda y rueda, chocando con la conciencia y
mis pechos, pequeños, desechan la leche que aún conservan.
El amor que guardaba, reservado para ti o para alguien,
se licúa para mezclarse con la sangre de mis venas.
Mis pasiones, sin pasión, saltan desesperadas
siguiendo a mis sueños sin cumplir, a mis labios, no besados, sin besar.
Tras unas horas de esfuerzo logro recomponerme,
aunque, no siempre es posible regresar al inicio.
A veces, mi corazón se confunde y asciende a mi cabeza
quedando yo, ese día, sin sentimientos, vacía, con un corazón trastornado.
En ocasiones, mis locuras no recuerdan su cobijo y,
mi boca, en vez de hablar, escucha palabras sin sentido.
Es entonces cuando mis oídos, desesperados, desean oir tu voz y
tan solo saben pedir, a gritos, regresar al inicio y no llamar a un desconocido.
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