por la que deambulan patéticos personajes
y yo, su triste protagonista.
En ocasiones me cruzo con la angustia
que, tras sonreír perversa,
se asienta en mi pecho y aprieta hasta ahogarme.
Al saltar un charco, me abordan las lágrimas
quienes, hacen uso de su plena libertad,
inundando mis ojos, hasta desbordarlos.
Cuando menos me lo espero me asalta la ansiedad,
trasmutada en caballo galopante
entre mi corazón y mi pecho.
Y luego están mis inquilinos, mis pensamientos
reconvertidos en obsesiones, instalados en mi mente
con su constante martillear, intentando volverme loca.
Hay veces que confundo este teatro de vida
con una vida entre sueños, que son ya pesadillas
en las que me pierdo en una ciudad desconocida.
Ya no sé qué es real. El teatro de mi vida,
en ocasiones, lo veo, lo vivo, lo sufro pero
¿y si todo es un sueño?.
¿Y si vivo entre tenebrosos sueños?.
¿Y si la vida es un teatro al que venimos a actuar,
siendo la muerte un descanso, entre acto y acto?.
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