es correa y sumisión.
No cuidas mis pasos, ¡los mides!.
No coges mis brazos, ¡los atas!
Has roto los espejos por venganza
para que, ni tan siquiera yo, pueda mirarme.
Has tapiado las puertas de mi corazón.
Has cegado las ventanas de mi mente.
Mis labios están sellados por tu ira,
por eso tus besos saben a sangre derramada.
Si dudo, gritas. Si callo, insultas.
Si hablo, agredes. Si opino, dañas.
Dices que me quieres, que soy tuya para siempre,
que no hay nadie en el mundo que me cuide como tú.
A veces, en tu mirada, creo ver al hombre que quise.
Incluso en tu voz, recuerdo, dulces palabras de amor.
Todo cambia en un instante.Tus manos son mis grilletes,
tus piernas, alambres de espino y tus puños cerrados, tu voz.
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