años de entrega, años de esperanza.
Sigues siendo bella, muy bella
y tu figura, ya anciana, sigue conservando la elegancia y fragilidad de antaño.
Tus ojos, azules como el cielo
aunque tú insistas que son grises, como el hielo.
Tu pelo, antaño rubio y ahora blanco
aún conserva el perfume de las manos de tu amado.
Siempre has sido esposa, siempre has sido madre,
siempre mujer generosa y entregada.
En tu vientre me tuviste nueve meses.
Me meciste entre tus brazos, me cobijaste entre tus besos.
Eres mujer de silencios y largas miradas,
mujer de interior, sencilla y calma.
Compañera, desde siempre, de un músico
mi padre, tu amigo, tu apoyo, tu amante.
Eres libre desde siempre, quizás por eso
nunca atas, nunca presionas, nunca retienes.
Eres tierra arraigada,
jamás en barbecho, jamás abandonada.
Tu fé es tu guía y esperanza.
Tus oraciones, hermosas poesías que solo unos pocos conocen.
Dos hijas tuviste, deseadas y nacidas de un amor sereno.
Te rodean cuatro nietos, cada uno con su espacio, en tu corazón y tu alma.
Tu andar aún ligero, tu viva mirada esconden, bajo mil capas,
tus ya ochenta años, años de amor, de entrega, años de esperanza.
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