Estúpida,
supuse que me había olvidado.
No recordaba
su
buena memoria
y
hoy
he despertado en su interior.
Aún no sé si es
un ataúd
o
una canoa sin espacio para que circule
el aire.
Puedo asegurar
que
es un molde de mí misma
en el que no existe un resquicio
sin ocupar.
Los salientes y los entrantes de mi cuerpo
tienen
lugar para el refugio
Y
aquí estoy, sin posibilidad de movimiento.
Sin embargo,
este híbrido de sarcófago y barca
navega
sobre el caudaloso lecho
que forman
mis lágrimas y la sangre que emana
a borbotones
de mis venas.
Y
cuando pienso
que
por fin
voy a entrar en mar abierto
con la esperanza
de romperme en mil pedazos tras chocar
contra los acantilados
que
llevan años acotando
mi vida,
mi libertad,
mi aliento,
siempre aparece
ese,
al que no sé si amo o desprecio,
con el único fin
de
secar mis lágrimas,
coser mis venas,
cauterizar mis heridas.
Siempre le ruego
que
me deje marchar.
Ya no tengo ganas de luchar
y
prefiero vivir con mis monstruos, mis sombras, mis fantasmas.
Noto un golpe seco.
Esta suerte de lancha
o
figura encallecida,
sobre la que flotaba,
ha encallado.
Otra vez estoy en el mismo lugar
del que siempre deseo escapar.
Mi cuerpo
que esa la vez
mi cárcel y mi cancerbero.
Illustration by Wojziech Pietrasz
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