Entran
y
salen
como autómatas somnolientos.
Escupen palabras
que parecen
dardos envenenados.
No les importa
el qué,
el cómo,
el cuándo.
Alguna bata blanca
parece humana,
demuestra sentimiento,
sonríe,
acaricia.
Y,
en el centro de una habitación blanca,
una cama.
En ella reposa mi madre,
sin fuerzas
tras días sin comer.
Su mano derecha,
anciana,
serpenteada por venas
que
parecen cobrar vida propia,
permanece inmóvil.
Está anclada
con tubos finos, transparentes.
Mi madre permanece lúcida.
Se angustia,
comparte nuestra tristeza.
No tiene miedo
a
la muerte
Únicamente pide no sufrir.
Le he jurado
que
no sentirá dolor.
Mi madre me mira
con sus ojos azules
anegados por lágrimas
como pequeños diamantes transparentes
y
esboza una sonrisa.
Photo by (unknown author)
No hay comentarios:
Publicar un comentario