Esta mañana, tras despertarme,
he sabido
que
ya no te quiero.
Y,
lo más extraño de todo es
que
no siento nada,
ni tan siquiera tristeza.
Hace tiempo
que
tus besos saben
a estudiado
y conocido,
que
tus caricias recorren caminos
transitados
por rutina y con horario.
Tus palabras
resuenan en mis oídos
como ecos
de promesas incumplidas
y
tu voz
lleva la cadencia de una triste melodía
que,
una vez, tuvo armonía,
pero ahora me molesta.
Ya he hecho mi maleta,
sin nostalgia,
sin pena.
En ella he metido,
aquel primer encuentro,
el único sincero,
algún beso del principio,
y sobre la cama he dejado
tus mentiras,
tus reproches
y
promesas incumplidas.
Sé que
no me quisiste
como yo hubiera querido ser querida.
Acaso no supe darte lo que esperabas de mí,
ser tú más recóndito secreto.
Solo sé que no te quiero, no te amo, ni deseo
y que mis ojos no albergan
lágrima alguna por alejarme de ti.
¿Sabes la estúpida curiosidad que me ha quedado por conocer?
Tú y tu patética manía de no sonreír.
Sé que tienes las paletas de tus dientes separadas
pero nunca permitiste que las viera.
Eso sería lo único
que
querría volver a ver de ti.
Tal vez, en el fondo, guardes algo de humanidad.
Fotografía Alexander Kuzmin
No hay comentarios:
Publicar un comentario