me envuelve,
me viste
y
me desviste.
Los acordes
de tu guitarra
me penetran
sin pudor, con pasión,
siguiendo el compás
que marcan,
al unísono,
el latido de nuestros
corazones.
Notas blancas y negras,
corcheas,
semicorcheas,
danzan
alrededor de nuestro
lecho.
Es entonces
cuando te
bellas baladas
compuestas
al calor de mi sexo
y
tu vaso de whisky.
Las vibraciones
que
produce tu voz
sabes que me excitan,
nos excitan,
por eso,
ningún ensayo previo
a un concierto
consigue llegar a su fin,
aunque
nosotros siempre toquemos
el éxtasis con la punta
de los dedos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario