sobre todo por las noches,
tengo frío.
Me acurruco,
me convierto en un ovillo
abrazando
mis piernas dobladas
con mis brazos,
y ocupo,
tan solo,
un rincón de la cama,
esa en la que
hace seiscientas noches
aún compartía
contigo.
Entonces,
eras tú
quien me arropaba,
quien respiraba a mi lado,
quien aportaba calidez
a mi cuerpo,
pequeño.
Pero solo cuando dormías
había paz
en mi piel.
Entonces te miraba
y
pensaba
¿qué hago aquí,
junto a un ladrón de sueños?.
Porque,
en eso te convertiste,
en un ladrón de palabras,
de versos y de poemas.
Cuando llenaste tu saco
me dejaste despierta,
desnuda, vacía
y
fría
porque
tu avaricia desmedida
te llevó a quitarme,
también,
el calor de mi cuerpo.
Photo by Noell S. Oszvald
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