me despojaría
una a una
de mis plumas
si tú me lo pidieras,
aunque
ya no pudiese volar,
aunque
quedase, para siempre, en tierra.
Si yo fuese un árbol
arrancaría de cuajo,
sin dejar ni una,
todas mis raices
si tú lo quisieras
aunque
supusiese mi declive,
aunque
resecase para siempre.
Si yo fuese un reloj
me desharía,
sin piedad
de las horas y minutos
si tú lo desearas,
aunque
quedase desnuda,
aunque
perdiese mi tiempo.
Pero
soy mujer.
Si tú me ordenaras
que arrancara
a mis hijos de mi piel
ten por seguro
que no lo haría
porque son mi vida,
porque son una prolongación
de mí misma.
Pero
soy poeta.
Si tú me exigieras
que abandonase
las palabras,
los verbos, los adverbios
y
adjetivos
ten por seguro
que huiría
sin reparo
porque nadie cercena
la libertad de mi mente,
ni tan siquiera
mis hijos,
ni tan siquiera
mi vida.
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