Por más que lo intento,
tengo miedo,
miedo de ti,
miedo de mí,
miedo de nosotros.
Claramente te dije:
no quiero enamorarme
porque
no ha habido ni una sola vez
en la que haya amado
sin haber sufrido.
Y
mi voz está cansada
de tanto llorar
y
mi cuerpo dolorido
de tanto entregar.
Porque siempre quiero
demasiado
y
nunca he encontado a nadie
que quiera del mismo modo,
excesivo,
desmedido,
intenso.
No anhelo amores
cautos,
calmados,
templados.
Yo aspiro siempre
a la sinrazón de la pasión
que siempre habita en mí
aunque jamás
la he encontrado en otro.
Tal vez sea necesaria
la locura como cómplice
que
te arrastre a un estado de trance
en el que solo tenga cabida
un amor descabezado
que
se mueve tan solo
por la maraña de gatos que habita en el estómago
y
por la necesidad imperiosa de estar con el ser amado,
sin argumentos,
análisis o razones,
solo por el hecho de que la separación mata.
Te lo dije:
no quiero enamorarme.
Fotografía Amber Ortolano
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