no sé quién,
me ha deshojado.
A pesar de estar en mayo,
el otoño
ha llegado, indecente,
a mi cuerpo.
Mi piel ha perdido
toda la historia
de sus caricias.
Mi boca, ayer húmeda,
ha amanecido
seca y vacía,
y
ya no le queda
ni un solo beso
que ofrecer.
El camino que
un día dirigió los pasos
de quien me habitó,
ha desaparecido,
sin dejar rastro.
Mis manos
han perdido el tacto,
mis piernas,
la capacidad de bailar,
mi vientre,
la posibilidad de acojer,
sobre él,
recostada,
la cabeza de
aquel que un día amé.
Pero, ¿quién ha deshojado mi cuerpo?.
Ahora lo sé.
Ha sido el tiempo,
el maldito tiempo
el que ha marchitado mi ser.
Me he mirado en el espejo
y
he visto reflejada
la viva imagen de la vejez.
Fotografía Flor Garduño
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