He dado una y mil vueltas en la cama,
me he destapado y vuelto a tapar.
He tomado un sedante con un vaso de leche caliente que
lo único que ha conseguido es hacerme sudar.
Al sonar el despertador,
he visto la puerta de tu parte del armario abierta y,
su interior, vacío. Fuera, desperdigados,
algunos recuerdos, algunas cartas, algunas fotos.
No, no ha sido un mal sueño, es la triste realidad.
Tras comer las uvas, el pasado 31 de Diciembre,
confesaste que tu deseo era desaparecer, romper con tu presente.
Yo te tomé a broma, consecuencia de tu borrachera, pero,
por lo que se vé, tus ganas de cambiar, eran reales,
empezando por mí.
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