Mi vida me vence, mis fuerzas flaquean pero
no deseo volver.
Regresar sería nuevamente obedecer,
eliminar de mi boca la palabra no y
de mi cuerpo, la desgana que muestra ante ti.
No aceptas que me moleste tu presencia
que tu respirar me ahogue y
que tus gritos me enmudezcan.
Te quise, hasta que el amor
se convirtió en tu droga
y yo, en tu esclava sin redención.
Me dices que soy solo tuya,
que sin ti, no soy nada ni nadie,
que solo tú me amarás.
Pero no puedo más.
Mis senos son la diana de tu ira y
mi pelo el escondite de tu tiranía.
Tu ojos, espías de mis silencios,
tu boca, verdugo de mis besos y
tus brazos, cadenas que me envenenan.
Sé que no puedo esconderme que,
tarde o temprano, me encontrarás y
tendré que seguirte sin protestar.
Es por ello que, al regresar esta noche,
encuentrarás los restos de la mujer que fui
disuelta entre los pliegues de nuestra cama.
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