No sé qué hacer para que haya paz,
no sé qué hacer para que haya amor.
Si no obedezco
me castigas con tus gritos,
me sojuzgas con tus amenazas.
Sabes que te quiero y aún así,
me insultas sin decoro,
me desprecias con descaro.
Fui una mujer fuerte,
una mujer independiente,
una mujer valiente.
Me conociste en mis horas bajas y
eso ayudó a engrandecerte,
a convertirme en tu esclava.
No puedo mostrar tristeza,
no puedo sentir nostalgia
ni tan siquiera me dejas dormir, si tú no trabajas.
Me dices que no te hago feliz
que vivo siempre amargada y
gritas, nuevamente ¡basta!.
Pero, lo siento,
aunque me desdeñes, aunque me humilles y me deseches,
yo te seguiré amando.
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