Nos cruzamos,
nos miramos y
ya sabía que serías tú
aquel que rozaría mi alma
No hicieron falta nombres
y, mucho menos, palabras.
Me aproximaste a tu pecho
y supe que era mi casa.
Tus ojos me sonrieron,
tus dedos me recorrieron,
tus manos me acompañaron y
tus palabras me refugiaron.
Dulces caricias y
besos alados,
recorrieron mi espalda hasta
resguardarse en mi nuca.
Me acogiste en un abrazo.
Tus piernas me cobijaron.
Tus labios me susurraron
No hay comentarios:
Publicar un comentario