la máscara
que cubre mi rostro
haciéndome pasar
por dura,
fría
y
displicente.
Y me visto de rojo
para
atraer las miradas
que, con satisfacción,
rehusaré.
Y en mis pies unos tacones,
de vértigo,
que permiten que mis escasas caderas,
caminen cimbreantes,
llamando una atención
que rechazaré.
Porque
soy frágil y lloro,
porque
soy débil y creo,
porque
soy cálida y tiemblo.
Pero
ahora quiero ser yo quien,
por una vez,
domine la situación,
marcando
el ritmo y los espacios,
el paso y los descansos,
portando,
aunque sea un instante,
el bastón de mando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario