se conocieron
sentados en la mesa
de un bar.
de un bar.
Desde un principio
se gustaron,
se gustaron,
lo delataron
tu lengua y mis pestañas
tu lengua y mis pestañas
Ambos iniciaron un sutil coqueteo
al que pronto se sumaron
tu nuca y mi cuello,
tu nuca y mi cuello,
tus manos y mi cabello,
orquestado y pautado
por cálidos susurros
y
dulces palabras
de puro
coqueteo.
por cálidos susurros
y
dulces palabras
de puro
coqueteo.
Nuestros cuerpos,
ya completos,
decidieron abandonar el bar.
En la calle,
nos rozamos
con descaro,
nos rozamos
con descaro,
nos miramos,
sin vergüenza,
nos besamos,
sin decoro.
sin vergüenza,
nos besamos,
sin decoro.
Nuestras piernas
nos guiaron a una cama,
ya no recuerdo,
si era tu casa
o
la mía.
si era tu casa
o
la mía.
Perfectamente,
podía haber sido un hotel,
podía haber sido un hotel,
porque, cada vez,
nos teníamos más ganas.
nos teníamos más ganas.
Nuestros brazos
nos desnudaron
con prisa,
y,
con prisa,
y,
con prosa,
empezó empezó un baile
empezó empezó un baile
no sujeto
a ninguna medida establecida,
a ninguna medida establecida,
liberado
de cadencias preconcebidas.
de cadencias preconcebidas.
Al unísono,
nuestras bocas musitaron
palabras
que
se cruzaban con suspiros de placer.
que
se cruzaban con suspiros de placer.
Nuestros cuerpos,
abrazados,
ya no eran dos,
tampoco uno.
abrazados,
ya no eran dos,
tampoco uno.
Ambos estábamos habitados,
tú por mí,
yo por ti.
tú por mí,
yo por ti.
Esa noche la pasamos fundidos
y
abrazados.
abrazados.
Al día siguiente,
nos despertamos en tu cama,
ahora ya lo recuerdo,
nos despertamos en tu cama,
ahora ya lo recuerdo,
sudorosos y despeinados,
somnolientos y desnudos.
"Hola, me llamo Pablo", me dijistesomnolientos y desnudos.
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