un haz de luz arrinconado
en una esquina de mi cama.
En un principio, me asusté.
Era fuerte y luminoso,
era cálido, era hermoso.
Me acosté y el haz de luz se acercó.
Dulcemente susurró,
"no te preocupes, no te haré daño,
solo quiero decirte: te amo".
Uno de sus finos destellos,
del haz de luz se despegó.
Con cuidado se amoldó a lo largo de mi cuerpo
rodeándome, entonces, de un confortable calor.
Luego, muchos más destellos surgieron
de mi hermoso haz de luz.
Pronto se repartieron
por cada rincón de mis piernas,
por cada lunar de mi espalda.
Sentí suaves caricias a lo largo de mi piel.
En mi cuello creí notar un leve palpitar.
"¿Tienes alma o corazón?", le pregunté.
"Eso jamás lo sabré.
Mi única certeza es
que hace tiempo que te observo.
desde el otro lado del cristal.
Cuando abres la ventana
siempre entro sin hablar.
Debo ser rápido y cauto pues, salvo tú,
nadie se debe enterar"
"Me hago pequeño y te sigo.
Me gustas de frente y de costado.
Me enloquecen tu boca y tu nariz,
tu piel cuando tienes frío,
tu infantil tono de voz y, sobre todo,
ese pequeño pliegue que tu nuca forma
al encontrarse con tu cuello"
Asumo que acepté todo aquello que me dijo.
Acepto que no analicé lo extraño de la situación.
Cerré los ojos y me dejé llevar.
Un placer inesperado, tras uno de sus destellos,
hizo brotar un gemido nacido de lo más profundo que jamás creí pensar.
"No sé si eres real o solo una ilusión,
si tienes alma o corazón pero no me importa ya,
lo único que quiero es tenerte aquí conmigo".
Ahora, todas las noches, mi haz de luz me espera.
El amor ahora es mutuo.
Cuando entra en mi cama, se despliega en mil destellos.
Unos acarician mis manos, otros me besan la boca,
algunos susurran en mi oído bellas palabras de amor.
Ya no tiene que marcharse aunque siga sin saber
si tiene alma o corazón, si es real o tan solo una ilusión.
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