Intento recordarte y
lo que ayer eran minutos,
hoy ya son años.
A veces creo que solo ha pasado un instante
desde que tus ojos y los mios se encontraron
al cruzar la esquina
de mis sueños de niña.
Tu primer beso robado
bajo un arco de mi calle,
ese poema acabado
que con timidez me entregaste.
Aquellos fugaces encuentros
plagados de sonrisas,
de manos que se rozan,
de furtivas caricias.
Los paseos silenciosos,
con las manos enlazadas.
Nuestro continuo tantear,
nuestro mirar curioso.
Los primeros escalofríos
que recorrieron nuestra espalda.
Aquellos primeros amaneceres
compartiendo placeres juntos.
No teníamos pasado que nos pesase.
Ante nosotros, únicamente
todo el presente por vivir,
todo el futuro por soñar.
Pero, ¡qué fugaz es el tiempo!.
La madurez roba la inocencia,
las sorpresas dan paso a lo previsto y
lo nuevo se torna pronto rutina.
Ahora, tan solo eres un recuerdo desdibujado,
una sonrisa apagada,
una caricia envejecida,
un beso que ya sabe amargo.
Las manos ya no se enlazan, se rechazan.
Nuestras miradas escudriñan,
el placer ya no es placer, pues ya es sabido
y, las palabras de amor, son solo sorbos de hiel.
Tu piel es ya tan solo una mapa desdibujado,
tu cuello, ya no es rincón acojedor, es trampa,
nuestros juegos de antaño han tornado en desafíos y
tu sonrisa es una mueca en una cara de cera.
¡Y cómo pasa el tiempo!.
Lo que ayer eran minútos,
hoy ya son años,
sin tan siquiera una pausa que deje espacio para los buenos recuerdos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario