muy vividos, muy sufridos.
Sus ojos apenas ven y, sus arrugas,
más parecen cicatrices de una vida de batalla.
Junto a él, una esposa que
está, sin estar a su lado.
Hace ya demasiado tiempo que no recuerda
ni su nombre, ni sus besos, ni sus manos.
Siete hijos tuvieron
todos ellos paridos en su propia casa.
Recuerda los dolores de su esposa y
su impotencia contemplándola.
Dieciocho nietos
cuyo rostro desfugura su vista cansada.
Solamente recuerda algunos nombres
Pedro, Juan, Mateo pero, esos, ¿son sus hijos o sus nietos?.
A veces sueña que aún es un niño
sentado sobre las faldas de su madre que,
acaricia con dulzura su cabello
mientras come pan con nata.
¿Cómo es posible que ya no le queden años,
si hace, apenas un rato, besaba a su novia con cuidado?.
"No puedo marcharme", se dice,
"no puedo dejar sola a mi esposa, sí, esa que está sin estar a mi lado".
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