amurallada, cercada
y
lo más angustioso
es el desconocimiento que tengo
sobre las posibilidades que existen
para escapar
de mí.
Quiero huir
de mis rarezas,
mis manías y anomalías
mi locura y, sobre todo,
de esta melancolía
que
me devora
de fuera a dentro
dejándome en un perenne barbecho
que impide,
a cualquiera que se acerque a dos centímetros de mí,
sembrar la tierra en la que me he convertido.
Por todo ello o, quizá, a mi pesar
no consigo olvidar
a aquel que me quiso y me quiere.
El maldito tiempo, la terrible distancia
y
nuestra realidad
son
nuestros peores aliados.
Ni tan siquiera mi amiga,
la soledad más habitada,
me permite romper esas barricadas
que
impiden
abandonarme en ti.
¿Podrás algún día cultivar en mí
y
rehacerme
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