ya piensas
que
no puedes más
observas atónita
que
las articulaciones
aún consiguen
doblarse sin límite,
que
los músculos
son capaces
de estirarse
sin posibilidad de ruptura,
que
las lágrimas,
aunque lo deseen
con todas sus fuerzas,
se muestran incapaces
de
cegar mi mirada,
que
la sombra,
que mi cuerpo proyecta
con la luna a mi espalda,
carece de la posibilidad
de
engullir mi nombre.
Entonces,
me planto frente a un espejo
y
la imagen que devuelve
es
la de una mujer
con el ceño fruncido,
con el gesto decidido,
con el paso firme
y, sobre todo,
a la que han olvidado
el frío
y
los temblores.
Es entonces,
solo entonces,
cuando decido
dar un paso al frente,
gritar "basta"
y, por fin,
dejar
que
la felicidad
me abrigue aquí,
junto a ti.
que
la felicidad
me abrigue aquí,
junto a ti.
Photo by Robert Doisneau