Mi madre
siente,
padece,
observa
y
piensa.
Se muestra
lúcida
y
llora.
Nuestro cordón umbilical,
intacto,
se estira
en un intento enajenado
de separarnos
Sé
que no estoy preparada.
No quiero pensar
en mañana
porque
duele
angustia,
porque
me rompe
el alma.
Pero el tiempo pasa.
Una sucesión de instantes
cuyo orden
desearía invertir.
Mi madre,
aún hoy,
se preocupa por mí.
Tras una docena
de
besos,
un dulce "ve con cuidado".
Y yo,
obedezco
como si volviese a ser la niña
que jamás
debió crecer.
Una catarata de años
que
engullen sin compasión.
Es en ese instante
cuando
pienso en mis hijas,
sus nietas,
porque yo,
también,
soy madre.
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