todos los días
lucho
para salir
de este letargo
que
produce en mí
la soledad.
Asumo
mi pecado.
Me duele
estar sola.
Es un dolor
tangible,
medible,
sonoro.
Cierro los ojos
y
ahi está,
a mi lado,
recordándome
la falta de compañía.
Hasta que,
esta noche,
mi dolor
ha abrazado con ternura
mi cuerpo,
ha besado sin mesura
mis labios,
incluso,
ha susurrado sin pudor
"te quiero".
Y aquí estoy,
en mi cama sola,
acompañada por un dolor
que me ama
y yo, siceramente,
creo que voy a
enloquecer
No hay comentarios:
Publicar un comentario