el cansancio
porque sé
que
aunque estás,
no estás conmigo
y
me duele el alma.
Desconozco
si mis manos
tienen cabida
para guardar
la fuerza requerida
para luchar
en estos casos
porque
nunca antes
me había visto
en esta situación
y
creo que,
experiencias pasadas,
me restan
brío
y
energía.
Nunca creí
en el destino
y,
ahora que sé que existe,
pienso de él que es cruel.
Si ha decidido
que
debo cerrar el hilo rojo
de mi vida,
no debería levantar
murallas, ni fronteras.
Al contrario,
tendría
que
allanar
los caminos,
atajar
las sendas,
facilitar, al fin,
la unión de nuestros
cuerpos.
Pero, la realidad
es simple.
Nos separan
440 kilómetros
de tiempo
de pasados no compartidos,
de fantasmas,
de heridas no cicatrizadas.
Yo cargo
sobre mi espalda
con una enorme mochila,
cosida a mí
con hilos irrompibles
de vida.
No soy libre.
Por eso
brío
y
energía.
Nunca creí
en el destino
y,
ahora que sé que existe,
pienso de él que es cruel.
Si ha decidido
que
debo cerrar el hilo rojo
de mi vida,
no debería levantar
murallas, ni fronteras.
Al contrario,
tendría
que
allanar
los caminos,
atajar
las sendas,
facilitar, al fin,
la unión de nuestros
cuerpos.
Pero, la realidad
es simple.
Nos separan
440 kilómetros
de tiempo
de pasados no compartidos,
de fantasmas,
de heridas no cicatrizadas.
Yo cargo
sobre mi espalda
con una enorme mochila,
cosida a mí
con hilos irrompibles
de vida.
No soy libre.
Por eso
hoy me ha despertado
la derrota,
la derrota,
la melancolía,
la rabia,
la nostalgia.
la nostalgia.
Tal vez,
debamos acostumbrarnos
a pequeñas parcelas
disgregadas,
diseminadas,
desperdigadas,
de amor.
Photo by Gilbert Garcin
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