caminando
sin saber que te buscaba
y
cuando te encuentro
me doy cuenta
que eras tú al que esperaba.
Deseo caminar junto a ti,
desnudos de reproches,
de mentiras y ropajes.
Observarnos,
frente a frente,
y
percatarnos
que no hay en el mundo dos personas
que se acoplen
sin resquicios,
sin entradas, sin salientes,
como tú, como yo.
Tu mirada sonríe,
tu voz atempera mi ánimo
y
tu cuerpo,
habla el mismo lenguaje que el mío,
un lenguaje sencillo,
en el que solo tiene cabida el placer
y
en el que se conjuga el verbo amar
solo en presente y futuro,
nunca en pretérito, subjuntivo o condicional.
Porque si tú y yo estamos juntos
es porque nos mueve
la libertad de estarlo,
sin papeles, ni contratos.
Lo único que tengo claro es
que lo primero que quiero ver,
al nacer el día,
es tu acogedora nuca
y
al girarte,
esos ojos tuyos
verdes musgo,
irreales
irreales
y que
nuestro primer gesto,
como si de un ritual se tratase,
ha de ser
ha de ser
un beso infinito
que desconocerá
cuál de las dos bocas,
la tuya,
la mía,
lo inició para no acabarlo jamás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario