guardando,
sin orden ni concierto,
amontonados
unos sobre otros,
aplastando
sin cuidado,
sentimientos
de un pasado
que,
aunque reciente,
ya
han caducado
por
manidos,
manoseados sin medida,
podridos,
trasnochados.
En un saco de arpillera
introduzco
odio,
rabia,
rencor,
desprecio,
asco,
y
resentimiento.
Antes
de cerrarlo definitivamente
meto
la tristeza
acumulada en mi cabello,
la melancolía
enraizada en mis pestañas,
la nostalgia
enredada entre mis pasos
y
esa pena sin nombre,
sin eco, sin sombra
pero mía.
He decidido
no tirarlos.
Con ellos se marcharía
esa parte
de mi vida
que,
aunque oscura y sombría,
lleva nombres
que
me niego a olvidar
para no repetir
lo ya hecho
y porque.
para ello, debería
amputar parte de mi corazón
que
ahora
lo quiero completo,
limpio
y
saneado
para poder entregarlo
al hombre
que,
por primera vez en mi vida,
puedo decir
"te amo".
No hay comentarios:
Publicar un comentario