Nuestra unión
estuvo
desequilibrada
desde el principio.
Yo ponía entusiasmo
tú marcabas recelo.
Yo instalaba ilusión,
tú imponías misterio.
Yo bailaba sin parar,
tú me mirabas inquieto.
Yo deseaba solo tus besos,
tú me compensabas con obsequios.
Yo anhelaba no ser un secreto,
tú instalabas el misterio.
Y la balanza no soportó
la desigualdad
de los pesos repartidos.
Empezaron los reproches.
Comenzaron tus miedos.
Yo quería más,
y tú
cada vez
necesitabas menos.
necesitabas menos.
Es lo que tiene la rutina.
Invariablemente,
hacíamos siempre lo mismo.
"Tiempo, maldito tiempo",
me decías.
"Amor, maravilloso amor",
es lo que no ponías
y yo,
egoísta,
terminé reprochando
su ausencia,
tu ausencia.
Photo by Eduardo Izquierdo
No hay comentarios:
Publicar un comentario