Me miras,
te miro.
Sonríes,
confío.
Me llamas,
me acerco sin preguntarme
cómo sabes mi nombre.
Abres tus brazos,
me rindo.
Me abandono en un abrazo
sin límites, ni condiciones,
un abrazo que es prólogo sin epílogo.
Cierro los ojos.
Siento que estoy en casa,
una casa sin monstruos como invitados.
Fotografía Frank Horvat (1955)
No hay comentarios:
Publicar un comentario