que
deben quedarse
donde están,
en ese pequeño rincón
que
se encuentra escondido
en un punto indefinido
de nuestro sueño.
Están guardados
en pequeñas cajitas,
selladas a fuego,
conservando
toda la energía
de cuando se cerraron.
Llevo unos días
localizando
muchas de estas cajitas.
Si ellas se abren
con facilidad
es porque me permiten
libremente
introducirme en su interior,
rebozarme de momentos,
saborear instantes,
degustar sonrisas
que ya ni recordaba.
Pero siempre hay una
que
se resiste.
Es la que guarda
ese sueño
que jamás se cumplió,
ese sueño
que nunca quiso hacerse realidad,
el que revolvió durante años
mi imaginación
reviviendo instantes
oníricos,
intangibles,
casi invisibles.
Ahora sé
que no debo forzar su apertura.
Debo respetar
su silencio,
debo salvaguardar
No hay comentarios:
Publicar un comentario