tiene
fechas establecidas,
tiempos marcados,
horas contadas
hasta el mismísimo
último segundo,
y tú llevas
la batuta
del baile que bailamos
a dúo.
Hace meses
que
nos queremos,
al menos,
quiero creer
que
es cierto
cuando dices
que me amas.
Yo, como siempre,
estúpida,
lo tuve claro
desde el primer día.
Hace un tiempo,
relativamente poco,
escribí aquello
que
pediría que tuviese
el próximo hombre
al que abriría las puertas
de mi vida.
Pedía igualdad,
deseaba confianza,
anhelaba que me amase,
cuidase, protegiese
con la misma intensidad
con la que yo
me entrego.
Quiero creer
que me amas
y
tu mirada
parece que lo confirma,
al igual
que
tu manera de susurrarme,
de abrazarme en volandas.
Cuando estamos juntos
habitamos en un microcosmos,
por nosotros dos creado,
donde todo es perfecto,
en el que todo encaja,
en el que no existen aristas,
pero
que solo tú y yo
conocemos.
No me malinterpretes,
adoro
ese lugar.
En él,
podemos
bailar desnudos,
comer
usando la cama como mesa,
besarnos,
habitarnos,
como si tuviésemos la entrada
a un parque de atracciones
con subidas ilimitadas
a todo lo que quisieramos,
pero
con un tiempo establecido.
Como tú me dijiste un día
"Tiempo, maldito tiempo".
Mi miedo nace
al volver a la realidad.
Es entonces,
cuando vuelvo a ser un secreto.
No creo pedir tanto.
Tan solo me gustaría
que gritaras,
en un intento
de que
tu voz llegue
al último confín del mundo,
diciendo
que
me amas,
que
no te produce pudor estar junto a mí.
Ese dîa
seré tuya para siempre
porque,
aunque tú no lo creas,
en mi mundo,
hace mucho tiempo
que
existes
porque
yo no soy mujer de secretos,
de esquinas,
ni recovecos.
Quisiera compartir contigo
mi dicha y mi tristeza
sin escondernos tras una esquina.
Que tus abrazos me resguarden,
que tus besos me alimenten,
que tus palabras me cobijen.
Tan solo te pido eso,
todo eso,
sin fecha establecida.
Photo by Brasaï
No hay comentarios:
Publicar un comentario