he despertado
helada.
No sé qué ha ocurrido.
Recuerdo
que
besé y me besaron,
que
abracé y me abrazaron.
que
habité y me habitaron
pero
he olvidado
su nombre,
su rostro,
su cuerpo.
Me consta
que estuvimos
prácticamente
pegados,
fusionados en uno,
sin espacio entre mosotros
y
soy capaz
de rememorar su voz,
con la que me susurraba
bajito
el compás de nuestro baile
improvisado.
Pero, algo ocurrió.
Creo que fui yo
quién cometió
el error.
En un momento,
en el que permanecíamos
con los ojos cerrados,
salió de mi boca,
así, de repente,
sin pensarlo,
ni sopesarlo
la palabta "amor"
y
fue en ese instante
cuando noté
que empezaba a congelarme
con la misma velocidad
a la que llegaba mi abandono.
Supliqué perdón,
quisé explicar que solo había sido
un impulso sin motivo,
pero
ya no hubo marcha atrás.
Mi castigo
había empezado.
Pronto me convertí
en lo que ahora soy,
una estatua de hielo
consecuencia del deseo
de haber querido amar,
en un descuido,
en una tregua otorgada por el tiempo
entre beso y beso.
Ahora mi boca
está helada,
como el resto de mi cuerpo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario