que
no me visitaban.
Pero aquí están,
de nuevo,
mis montruos.
Esos que borran
la sonrisa de mi cara
para
convertirla
en una mueca
extraña.
Los que disfrutan estirándo
de mis cuatro
extremidades
hasta arrancarlas de cuajo.
Los que cuelgan una polea
en mi cabeza,
hasta hacer desaparecer
cualquier
atisbo de sentimiento.
Aquellos que arrancan
mi corazón,
rellenando el hueco
con estiércol,
para después,
apropiarse de mi sexo,
uno tras otro,
hasta llegar a
no sentir nada,
ni repulsión,
asco,
repugnancia
o
aversión.
Y siempre ocurre cuando
amo.
Creo que no sé amar.
O, tal vez,
¿sean los otros quienes no saben?.
No sé amar con parcelas marcadas
y
tiempos establecidos.
No se amar siguiendo un rígido libro
de instrucciones
o unas órdenes que he de que acatar sin explicaciones
corriendo el riesgo de si,
no obedezco,
ser degradada y castigada con la distancia y el silencio.
Y así estoy ahora.
Sin extremidades, ni sentimientos,
con estiércol en mi corazón
con mi sexo
mancillado por mis monstruos.
Si, al menos, me produjeran placer,
pero
ni tan siquiera eso.
Solo buscan mi humillación.
Foto Unknown
No hay comentarios:
Publicar un comentario