que
sea la única,
no puedo creer
que
no exista otra.
Es impensable
tener
tener
la exclusividad
de las rarezas.
Tiene que haber
alguna mujer como yo.
Que se sienta
desubicada,
perdida,
extraña,
a quien le desagrade
la imagen
que
refleja el espejo
al mirarse.
Que se alimente
de nostalgia,
pasado,
melancolía,
que deba medir
sus pasos
porque se sabe
obsesiva,
incapaz
de retener
sus palabras,
inútil
para mentir,
inepta
para engañar
y
crédula
hasta la estulticia.
Otra que no sepa
de templanza,
tibieza,
prudencia,
mesura
o
continencia.
Que se entregue
entera
y
sin medida,
que ame
en exceso
y
sin recelo.
Si por casualidad
lees este poema
y
te sientes
identificada
por favor,
quiero que sepas
que
no estás sola,
que
al menos ya somos
dos
en un mundo
en el que no tenemos cabida.
Photo by Celeste Mandarina.
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