A pesar
de mi insistencia
pidiendo
que
era mejor que te marcharas
no has querido.
Te he contado
mis verdades.
Te dicho
que
me habita el miedo,
que mis manos
tiemblan,
que mi corazón
está quebrado.
de los monstruos
que
me visitan
para impedirme
dormir,
esos que,
cuando están
verdaderamente enfadados
me estiran
hasta romperme
y,
una vez
fragmentada,
debo volver a reconstruirme,
buscando por mi habitación
la cabeza, las piernas,
el tronco, los brazos.
Pero hay veces
en las que no recuerdo
como era
y
me formo un lío
con las extremidades,
los ojos, la boca,
el corazón, el alma.
A pesar de todo,
sigues ahí,
sin asustarte
de esta loca que te mira
con ojos de asombrada.
Y me dices
que deseas quedarte.
Que no me temes.
Me confiesas
que has visto en mis ojos
una vida deshabitada
y
que hay algo que deseas compartir.
"¿El qué?", te pregunto.
"Mi vida con tu vida", me respondes.
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